La entrada de mi nombre
Poseo un nombre que no se parece en nada a mi vida.
He hablado con èl como lo hago con las cosas.
No conozco en èl algo que pueda afirmar
lo dicho al principio ante la vida.
Toda vida es otro ser que pasa de largo.
Y la observo, la miro, aprendì ello cuando la infancia
enterraba las espinas de su sepulcro en ese universo
que luego mi adolescencia llamarìa poesìa.
Tampoco sè si ese es su nombre realmente.
Hoy he escrito todo el dìa de ruidos.
De frutos muy cerca del sol sin quemarse.
Tambièn dibujè una montaña. Un hechizero
respiraba en sus faldas con un pulmòn vacìo.
Con el canto de su higado.
Sin duda no sospechaba mi mirada pero podìa
sentirla.
Sin necesidad de sentir ni operar irracionalmente
en los pavimentos de la lòcura.
Por definiciòn entiendo la lòcura como un puñetazo
de fe en esta hoja. En este momento,
en ese logro del devenir recogiendo
los dioses del espìritu.
Yo busco sòlo uno para hablar con mi vida.
Un nombre antiguo y secreto que sin poesìa
ni aliento pueda consumarse con direcciones
de talismanes de ensueño.
Estos ùltimos abstrayendo en la soledad
del oceano una morgue.
Porque quierase o no con un sonido
escriben en la transparencia
los muertos.
Guillermo isaac paredes mattos.
miércoles, 3 de marzo de 2010
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