viernes, 6 de diciembre de 2019

Multiplicidad de la Magia





Las cosas no llegaron al ser.
No alcanzaron el espíritu ni tomaron la existencia.
El sentido del brillo en la luz.
La abstracción que de noche sólo puede ofrecer
el alma.; nihilista acaso; escolástica por momentos.
Tal vez equinodermo de profundas raíces donde
el viento toma de la noche anfiteatros.
Tú duermes.
Y en sueños los ves.
Tú duermes pero es una forma de despertar.
De quebrar las dimensiones que unen esta realidad.
Pero la realidad sólo no ha sido creada para nuestra lucidez.
Tampoco para si misma. En cada uno de sus latidos 
nos engaña. En cada suspiro se aleja.
La realidad es en el fondo un extraño vacío.
Jamás es solida. 
Posee rasgos esencialmente materiales.
Ese debería ser su encantamiento.
Pero existen otras cosas.
Un mundo cohesionado por collares y monedas.

No es el nuestro.
Las cosas no llegaron al ser.
Dialogan por la noche y a veces toman el pensamiento
de los tallos. De la ira de las reencarnaciones.
De la evolución donde se desarrollan los ojos de una mantis.
O un idus un tanto fundamental. Con asideros
y travesaños donde un péndulo
ha determinado los principios del racimo.
En uno de aquellos principios la brisa.
En otro un dromedario.
Un estertor y contrariamente a una pupila
un elástico purpura donde a tu anhelo se une el
desencanto. El deseo. Todo lo quimérico
donde los pétalos despiertan.
Donde aprenden a alimentarse de bujías.
Sin marroneos.

Las cosas no llegaron al ser.
Pero ese no es un equinoccio.
Tampoco la astrología que escupe en tu rostro
por la noche.

Cuando miras como en los naipes se alejan
los rostros de todos esos seres que se oprimían a la vida.

Se oprimían al lado de la tuya.







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