Con su traje de vidrio la luz desvanece un contrario.
Dos lineas de araña cruzan las orbitas con juegos
de deseo.
Señala el hermetismo la hora fugaz del entredicho.
Nosotros raros narcicistas de la violencia
empujamos acidos y constelaciones.
Despiadadas manchas de volumenes, ignoramos
que tan pàlidas pueden ser las sombras de los ojos.
Ojos sempiternos mùsicos de cabellos.
Citaras arcanas sobre un empedrado de agua
donde recitamos la tristeza
sobre baldosas de luminosa retòrica
como la nieve.
Y èsto llega a colaciòn por que lo
vivimos hace siglos.
Cuando eramos poetas.
Guillermo paredes mattos
viernes, 13 de abril de 2012
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