Cuando el lenguaje no eleve la memoria de sus sonidos.
Y desde ese temple, pudrièndose en la lluvia su olor al fermentarse lleve tu alma tanto al pensar como a la reflexiòn.
Y tù creas que por ello en estelas de siluetas cercadas por una letra debajo de un nicho.
Desde esos manuscritos que la divinidad desnuda en las piedras junto a triadas que navegan en grafitis como alardes de sobrias estalactitas de hambre.
De sospechas o juicios con el amor mientras sostiene el drama de una horda.
En aquellos escritos donde el lenguaje va a morir, pero no por nosotros y cierta triada de sombra presenta su espìritu nuevamente en aquello que el espìritu dilatò hata la realidad.
En aquello que dilatò -digo- porque cabalisticamente se sigue dilatando.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
sábado, 28 de abril de 2012
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