Acceder a un poema, como el hombre a una calle.
Tener en un cìrculo el origen del barro.
Recordar que las palabras sòlo son alineadas en una hoja.
Que los nombres no conocen el sonido del aire.
Que mi borealidad es cìnica como el desprecio.
Escribir de mi mente a las veredas, buscar en su memoria
una figura borrada por mi olvido, un pergamino
de materia crepùscular como los elementos,
una noche en que todo es menos que recuerdo.
Derivar del caos al sueño.
Ser instintivo como la inspiraciòn y crear
lejos de àngeles o demonios.
-en el fondo ambos son semejantes en su corazòn-
Recordarme sòlo por el pulso de los dirigibles
por mi apariciòn guìado por otra sensibilidad.
Aterrizar alguna vez en otros ojos sin que ello
me de esperanza de un amor como el beso y su locura.
Desprenderme igual a un làtigo sobre la carne
abrirla hasta que de paso a ese universo hecho de huesos
donde lo milenario fermenta su blanquecina sabidurìa.
Esa sabidurìa que sòlo anhelamos.
Y jamàs nos es entregada.
Guillermo Paredes Mattos
miércoles, 23 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario