lunes, 21 de febrero de 2011

La religiòn de los Dados

Pertenezco a la espuma mientras no huye hacia
la nieve
y resiste entre novicios pardos como la noche.

Un instante donde aquella iridiscencia,
posa ventanas humedeciendo planetas
y entonces digo a la edad que florece en el cielo
que la maldición es un camino de pétalos
mientras dormimos.

Anteriores estacas de bronce,
difumina la sombra el vapor de la aguja
y un barco de cetros vuelve insomne de mi boca,
como si un amor supiera que fue besado.

Pero prefiero èsta tierra dormida entre aguilas
este corazón que roza sus heridas en las cumbres,
prefiero el anhelo con que muere su pensamiento.

Y esa altura, es libertad de manojo de hierba,
el viento la arrastra sin saber que nunca serà hojarasca.

Al menos ella puede decir que cayò de los àrboles.

Me presiento, otra vez el surtidor y la palabra enredada
de musa, el santuario de soledades donde perverso
el hilo musita y el alma enhebra
igual que la aguja en el ojo del camello.

Junto al invierno donde se ilumina la
religiòn de los dados.





Guillermo Paredes Mattos

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