martes, 17 de abril de 2018
Los Lìmites que nos Separan de las Ciudades
Sobre un crepùsculo el lenguaje.
El sonido de la primera campana cayendo sobre èl
igual que el movimiento de una palabra.
-quizà pueda decirse que la palabra se desliza, que
casi orientase o es disimil-
A aquella se suma otra y hay que reiterarlo dado que
vivimos entre serpientes.
Ariciandolas a cada segundo.
Con diàlogos que construimos entre sus
escamas transparentes.
Y el oceano.
El roce de su espìritu sobre la piel en la orilla
cuando algo màs humano que la lluvia
sostiene que en cada cresta de
las olas
el rigor blanquecino de las mismas
proviene del trigo.
Pero la pregunta es valida.
Què clase de trigo es aquel que podrìa ser
cultivado en las crestas de una ola.
Y con la desolaciòn que hay en esa respuesta
dejamos nuestra posiciòn en la arena.
Y concluimos: sòlo a los lìmites que nos separan de las
ciudades les importa.
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