viernes, 13 de abril de 2018

Caño Primordial





Todo dìa.
Cualquier ser que es tomado por el nombre
en una equidistancia donde el
impulso es equilibrado por
dorados vaticinios.

Y en una hermètica selva incrustada en el verbo
donde se apilan constelaciones y
semàforos en busca de los 
buhos, brota una
raìz.

Cualquier dìa anhelando en el papel una 
silaba
o viceversa.

Todo mundo que se viste de lagos o la fotografìa
de un eclipse suspendido por 
el vacìo.

-tal vacìo en apariencia es infinito-

Todo atomo.
Todo diario de moleculas.
Las celulas que poseen javas o un conjunto
de trigo en las barbas del polen.
Las celulas confirmando que cada latido
de nuestro corazòn es en realidad
el intento de abrazar el aire
de aquello que se mantiene
secreto debajo de 
la carne.

-pero eso es imposible, tarde o temprano tocamos
con ese corazòn la realidad-

Cualquier dìa.
Todo caño o trapecio primordial.
Los acantilados de aceite o tù y yo màs anti-remotos
que la brisa. Mucho màs antepasados
que el cartilago o las dunas
desde los cuales despiertan dirigiendose
al hemisferio la figura de los eclipses.
La brisa coloquial.
Embistiendo cada amanecer los monòlogos.
Tomando las ojivas y redes de un encantamiento.
De un exorcismo de polen.

Incrustandose en la orilla del mar en busca
de la nada.



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