jueves, 25 de abril de 2013

Patafìsica del Amor







No dejo mi caminata en la orilla.
No hace falta.
No hay necesidad y si  lo permite
la experiencia, cortarè un roble.
Una encina. Ese pino que estaba cerca
de tu infancia
como un dios verdadero con el cual
nunca dormimos ante los astros.
Sòlo lo soñamos.
Soñamos porque era màs sòlido
que divisar un navìo y tocarlo.
Soñamos porque la parafernalia
de la luz morìa
en nuestra desesperaciòn.
En esos dìas la desesperaciòn era
tranquila y conceptual como
un gemido.
Serena.

Todo era tan tan indòmito.
Tan encarnizado. Opusimos
la voluntad tantas veces
para espaciar ello
con la esperanza
de equilibrar
el infinito.

Pero tù sigues dormida
en ese sueño.

Y yo me sigo preguntando 
porquè.



Guillermo Paredes Mattos

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