lunes, 15 de abril de 2013
El Reguero de las piedras
No poseo sabidurìa de hexàgono.
Tampoco del nucleo y su gemelo
al despertar en un tridente. Eso es
filantròpico y tiene extrañas claraboyas.
Pero debo raspar mi piel ante tanta
reflexiòn.
Debo ser inmediato, con la finalidad
de ubicar mi intuiciòn en
una memoria de grasa.
Y acaso las pàginas que faltan a esta
aurora, pertenecen al herviboro y el aceite.
Tantas cosas son posibles desde este
microscòpio
que casi llego al desgano
y mi dejadez me presiente
para asi conducirme otra vez a los fardos,
al brillo funerario,
a esa impresiòn con la cual se me presenta
tan escurridiza como un lampo
pero siempre material y mortal
como mi esgrima.
Ah...Mi esgrima es otro problema.
Otro gran problema con el caer y subir de la tarde.
Ambas oraciones llevan enardecimiento de gas...
De globulos. De oido y odio.
No poseo conocimietos de una herradura.
No hablo de cruzadas pero la misantropìa con
que cada cual cae hacia la redenciòn no tiene catadura.
Es sòlo una condiciòn.
Un adjetivo absoluto del reguero
de una piedra.
Guillermo Paredes Mattos
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