jueves, 18 de agosto de 2011
La Muerte del Diamánte
Contrariamente al oceano, el desaire es hermético
El desglose del ficus, la campanada rabiosa.
Liberales de hidrógeno reunen acantilados.
Según ello, infiero momentos elegiacos con
mis eclipses.
También con mis pronunciaciones
sobre todo cuando sensualizan métricos adivinos
apariciones como el musgo en una pretina...Pero
nunca pude ver, sólo cerré mi instinto para
caminar en ese momento.
Me acerqué a parquedades y muestras
espléndidas de raices, a ordenes e hipícos fueros
impactado sólo por cultas obras del exilio.
Pero, todo exiliado, es tan sólo un borrón,
una ortografía del sueño, el fanfarrón debajo
del poema, decorado a veces por oportunismos,
otras, por etilicos hechos.
Desdecible el tacto profundo de la obediencia,
mi educación de puercoespín y rada.
Yo fuí instruido por los muebles.
En él polillas y groseros enjambres
edulcoraron nubarrones transparentes
ellos querían un corazón como el que
rueda por las calles, ellos deseaban
que escribiera cosas como todas las cosas.
Asi que decidí vivir entre arañas.
Sus telas fueron mi comprensión
del topacio.
Mi interpretación de salvajes
diamantes.
Y entre diamantes salvajes nunca
pasan los vagónes.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
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