martes, 30 de agosto de 2011

Carbones







Sartas de nóminas. Trenes que llenaron
de halos mis sarcófagos. La tensión de
la x formada por cuatro paredes en el
centro de su corazón. una x creada mientras
se desplazaban los ángulos.

Un punto de lunar y liendre en medio
de esa x, donde eternamente estuve convencido
de nada. Con pedazos de tormenta y agujas.
Lleno de fiebres violetas donde el amanecer
agonizaba.

Yo lo ví morir en mi alma.
Ví ese amanecer arrastrarse como una vida
sin opción a otra.

Y en esa x elemental
dos líneas horizontales
se convertían en pobre escrito paralelo
pensando geomerías milenarias.

Entonces interrogué a las verticales
sin una interrogante.

Miré mi techo y su suelo
asomé a esa distancia que los separaba
hasta unirlos.


Y entonces volví a una fiebre violeta
con la cual mi momento se ignoraba y revelaba
para tocar otra molécula.

Una galaxia de núcas.

El cine justo a un craneo, mi desidia
de sal.

De dios inverosimil y heterogeneo
como todas las particularidades. Es decir
fanático.

Por ello creo que si dos líneas
partiendo de cuatro angulos en una habitación
crean una x, demuestran y sólo demuestran
el hombre enfrentará siempre un punto.

Y en ello eternamente nos asemejaremos
a un poema.

Vive y muere entre puntos.





Guillermo Isaac paredes mattos





No hay comentarios:

Publicar un comentario