jueves, 25 de agosto de 2022

Poema

 


Cuando se escribe hay algo que debe quedar en la oscuridad.

Lo que queda convertido en palabra es lo luminoso.

Aunque no siempre es lo luminoso.

A veces es una extraña penumbra.

Y nadie más que el corazón puede ver 

en ella.

Pero el corazón olvida que es su trabajo.

Y la razón cree que es el suyo.


Al escribir hay párpados y siluetas.

Bordes de acrílico dormidos en las mejillas.

Parques con variopintos árboles y luces 

de ácido.

Todo esto es nada más que una

intención camino de una 

poética.


Cuando se escribe es decir 

cuando atravesamos la oscuridad 

hay algo de nosotros que no irá 

hacía la luz.

Algo de lo cual nos despedimos.

Por más que volvamos a leerlo

entre lo luminoso.

Pertenece a las sombras.


Las sombras se llevan mitad de aquello que buscamos decir.


Siempre es así.


Siempre creemos que el poema

- sólo un resultado luminoso -

lleva en si a aquellas.


Pero no.


Una prueba es que volvemos una y otra 

vez a él.


Entre las llamas del tiempo; la forma más extraña del infinito.

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