El Susurro de un Grillo
Ví en el verbo muchas veces.
Lo cual fue bastante fúnebre para llegar al amor.
El asunto del amor está ligado siempre a la realidad.
En consecuencia el amor - visto desde el verbo -
tiene como destino el fracaso.
Un fracaso es un hélice que arrancas a un
helicóptero mientras duerme.
Es pedirle explicaciones a un ornitorrinco
acerca de su no-evolucion.
No te las dará.
Tú sabes que soy un ser material y sórdido.
Procolabico a duras penas intuitivo.
Con ejemplos de abreviaturas y naves que anduvieron descalzas por el mundo.
Conoces la identidad de ese grillo que acompaña
mis ceremonias.
Hoy en este invierno aprendió a mi lado a susurrar
en el día tan igual que en las noches.
No es un milagro.
Tampoco un prodigio.
Es solo un hecho en el cual un grillo descubre que
susurrar durante el día es posible.
Entre las siluetas de otros animales.
Tu sabes además que solo he llenado de alfabetos
las ruinas que abundan las cosas que
me pertenecen.
Se llama también experiencia.
Tu sabes yo sé
que la muerte para conocerse tiene que cruzar
la vida.
Que para rozar la piel es indispensable un velero
con propiedades amarillas
e ira de sabueso.
Y he colocado uno de tus rostros en
ese paradigma que ha hecho del infinito el lugar
donde otros cometas encuentran sus
monólogos, pero eso lo sabemos.
Crecimos entre ello.
Fuimos objetivos.
Nos acomodamos.
Tu sabes quizá hasta yo sé
que hablarte de mi estómago flojo
por el exceso de plátano en mi dieta es un estereotipo.
Un cliché.
Y a estas horas camino por esta inmensidad
comparada a la que no se ciñe a nada.
Un punto ideal más no poético.
Un poco místico.
Absolutamente subversivo.
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