En todas las ciudades.
En los elementos que la forman de manera continua.
Insistente.
Durante el peciolo inundado de estrellas.
Y la noche que eligió tu corazón de las sombras.
Junto a un fantástico nombre de santuarios batiéndose entre las ruinas.
Porque de una u otra manera crecen las cigarras.
Y toda luciérnaga que busca un talón.
Sólo uno.
Para ser alimentada por una flecha.
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