Performance
He allí una ciudad.
En otra las calles se baten entre tus cabellos.
Del viento cae una ciega golondrina.
Del poema una palabra muerta.
Allí como un ser sagrado y deforme
aquel monstruo agita su cuerpo.
Uno que duerme en las espinas.
Que jamás aprendió a lanzar a la belleza sus heridas.
Y en la orilla del mar conjuró ese dolor.
Nuestra ciudad empieza y acaba
en el océano.
Baluartes de iris y calaminas que
recogen de noche el occidente de un párpado, tribunas de misterio
en un indicio
crepuscular, donde el tráfico
es de arañas.
Performance de cachorros
buscando relámpagos de vidrio en la arena.
En el lugar donde la humedad de la sangre se seca.
Y pareciera que en ese instante podemos oír en nuestras venas.
Igual que alguna vez a los profetas.
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