miércoles, 13 de junio de 2018

Reminiscente





Te has visto reflejada en esa luz.
Cualquier verano entonces despertaba nuestros parpados.

Y el mar.
El ciclo de ironìa en su pecho lleno de màstiles.
El latido dentro del mismo donde morìan los pàjaros.

Siluetas de algodòn por las cuales la infancia
devino como un don invisible transportando àrboles.

Acantilados donde cada amanecer aùn juegan
los carbones con sus venas de papel.

Dioses en ellos que no conocimos.

Y que solitarios.

Habitados por el brillo, esperan.

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