miércoles, 13 de junio de 2018
El Parpadeo de lo Inasible
La estrella era amarilla cuando llegamos.
Nos dijeron que al desprenderse del hemisferio era roja.
Por supuesto era algo que pertenecìa a lo legendario.
Lo legendario es como un mito sòlo que tiene
otra manera de crear la realidad.
Otra fantasìa.
Los seres que yerran al otro lado de las mareas lo saben.
La estrella era amarilla pero tambièn dorada.
En sus sienes habìa un puerto de aire.
Todo era relativo en ella.
Todo era purpura.
Manchas de hule en el viento recorriendo los parajes.
Pergaminos de sed donde adheridos al espìritu
los navìos conjuraban puñales.
Manantiales ebrios de daguerrotipos.
Imagenes semejantes a un mundo donde las grietas
escribìan sus palabras entre las raices.
En las bolsas que los pelicanos abandonaban
entre la arena.
Precisamente donde el desierto daba origen a un
mèdano. A una duna.
A una escolta basicamente de dromedarios.
Pero la estrella era amarilla.
Hambrienta como los hilos que siempre nos
acompañan.
Esos hilos que no sòlo vomitan palabras sobre
la tierra.
Y oprimen contra si mismos sus ojos
para contemplar el parpadeo de lo inasible.
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