martes, 19 de febrero de 2013
El Duende Hialino
Desertor el hecho. Su funciòn de petroleo.
La manera con la cual todos sus puntos
se unen formando manifestaciònes;
un presagio que elude el vaticinio y
guarda descenlaces. Tacticamente
ese descenlace sigue aùn
metaliterario
las pistas que deja un duende ,
cuando baja nocturno
de un palacio
buscando morder los àrboles.
Ninguna de sus mandibulas en èl
han sido creadas para dormir como
una extrema unciòn de la duda,
ninguna creò la dualidad para
recoger el canto anagògico
del martinete en un navìo.
Digo ninguna.
No importa las veces que mi corazòn
se oculte y deje de ser el nictalope
que lo conjuraba para ver
hundir sus dientes
en las raices
de ese
àrbol.
Tampoco importa si el idolo
de esa aventura sea el dios imponente
de un cosaco en la nieve
con la lucida impronta
del amor
que elude.
Desertor el hecho, digo...Porque
tambièn mi espìritu quisiera
morder esos
àrboles.
Guillermo Isaac Paredes Mattos
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