Era una palabra.
La conducimos por la arena para crear en ella
màs de un capìtulo. Algo que fuera semejante
a un protocolo.
Viviò alguna vez entre la experiencia.
Tocò la sed y si toda noche fuera extrasensorial
afirmarìa que no moririà en los sentidos.
Que de lejos podrìamos tener una memoria
que no estuviera llena de recuerdos.
Porque el recuerdo es otra ceniza
el polvo de los sentidos cuando mueren.
Ya sea entre los hombres.
Ya sea entre las cosas.
Guillermo Isaac paredes mattos
martes, 14 de febrero de 2012
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delicado y bonito
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