El Camino que no Conduce al Regreso
Es nada más que un momento.
Me preparo para reiterarlo.
Todo fue preparado de manera que la mística
despertara.
Y desde la intuición pudiéramos verlo.
El sol.
El pájaro que se eleva desde un diminuto orificio entre la gravedad.
Este verbo que empieza a desatar sus nudos en un poema.
Las palabras apenas pueden ayudarlo.
Y la poesía.
Es tan ajena a todo esto.
Solitario el hombre que atraviesa el lenguaje.
La noche piensa en el.
Las estrellas desde su álgebra lo miran.
Está travesía en las palabras es más de la humanidad que de lo poético.
Lo último es siempre otra cosa.
"Aquella debería saberlo" podemos leerlo en
los preludios.
Pero él cree saber tanto.
Incluso un detalle del barro que lleva en sus uñas
es inteligente.
Casi un dirigible.
O ese húmedo hueso que la niebla recorre.
Asistido por ninguna brújula.
Extendiéndose igual que los átomos a los puntos
cardinales.
Y ese ámbar en que las cosas se desfiguran.
El velo que emana de la piel creando la distancia
entre cada vida y la realidad.
La hojarasca es un sueño lejano del verdor ahora que yace pálida sobre el pavimento.
Solo el espíritu de ese verdor hallo el camino de
regreso hacia el árbol.
Cosa que ni el hombre ni el verbo
pudieron hacer después de cualquier escrito
hacia la poesia.
Y allí entre las cenizas quedó el poema.
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