lunes, 5 de marzo de 2018
Poema
Aùn el tiempo.
Quizà un himno en el enves.
La particula de agua en la noche susurrada
por un anfiteatro.
La simetrìa del sueño alojandose en
la fatiga de un dinosaurio. En ese equilibrio del
cual he heredado un cansancio con olor a sol.
Ese cansancio que he dejado de presagiar
porque es parte de este mundo que he ido creando
involuntariamente porque eso es la vida.
Una forma involuntaria de hacer y deshacer.
De escribir sin esperar.
De tomar las cenizas de la noche para llegar a la
aurora con la esperanza de que vuelvan
a convertirse en fuego.
Hablo a titulo personal. Yo no voy a arracarle a cada
ser sobre la tierra su miseria.
Quizà esa astrofìsica con la cual la fantasìa imagina
o la percepciòn de un dìa amarillo
desciende llena de helices por la silueta de un carbòn.
Aùn la rafaga.
El sonido de las palabras de aquel que en silencio
es capaz de sumirse entre el hambre
para responder.
La percusiòn de la inocencia entre lo profano; es decir
ese verano que guardabas en la esperanza
del odio. De la ira. De un dios.
De los tallos siempre y cuando su deriva se
irisara marsupial sobre un cartòn de helio. Cosa propia
de los conjuntos. De los cardumenes.
De las hordas al entrar en conjunciòn con los
solsticios.
Y el pàjaro?
Aquel que en sus latidos llevaba una amapola de sangre?
Un suspiro que encallaba en los barcos otra vez.
Que aprendiò a representar la anilina entre
esa luz que agonizaba.
Esa luz que sòlo podìa ser pronunciada por los labios...
Y nada màs los sonidos de las palabras en esos
labios
podìan ver su sombra.
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