La Región de mi espejismo
La mañana se impulsa entre el gris y
la niebla.
Es un acto en apariencia lógico.
Un acto en el fondo irracional.
Pero no puedo demostrarlo.
Un niño va y viene flanqueado por
corolas
y bozales microscópicos.
Mi corazón se arrastra entre
regiones de espejismos.
Y es lúcida la dimensión donde el anhelo
decide tomar el camino de
una encrucijada.
En ésta florece el abismo.
Y el pétalo cae de tu pubis.
En la orilla el mar escribe su historia por encima de aquella que pertenece a la arena.
No es como un girasol mientras escarba.
Quizá sea el plural de una araña
con nociones de sueño.
No es mi tesitura de alambre.
Ni el neologismo que aguarda entre
la lluvia semejante a un objeto sin movimiento.
Fractal de escarcha incrustado en
un paraguas.
Espíritu que ahora resuelve conatos
en el trigo.
Allí se esconden los dioses.
También los opuestos.
Citas de emperdibles y tallos
en un rango de madera.
Una piedra en mis manos no tiene que ver con la evolución pero es la memoria
de una estatua, incendiada por todo crucifijo.
Sus llamas me transportan a una
linterna.
A una fórmula de vidrio que sólo puede verse entre la noche.
- qué más puede hacerse sino intentar crearlas -
Instantes antes de convertirse
nuevamente en profecía.
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